Peniche
Pudimos navegar a vela pero a duras penas… Por momentos tuvimos que arriar foque y encender motor hasta mas tarde subió el aire y ya no faltó mas. En una parte de la noche vimos algo que nunca ví anteriormente… Fue mágico, teníamos por proa empezando desde debajo del botalón un grupo de delfines navegando en mismo rumbo hasta que en momentos se cruzaron con bancos de sardinas.. perseguidas por delfines que con movimientos rapidísimos se las cenaban sin pedir permiso… Lo mas bonito o lo que lo hacia mágico (seguro que las sardinillas no opinaran lo mismo…) es que todo esto lo estuvimos viendo por el placton, con tanta definición como para disguir las sardinas no por grupo si no por unidad, quiero decir que no se veia una mancha azul si no a cada sardina y su estela, a cada delfín y su estela… Todo esto una noche de verano con el cielo sin luna y lleno de estrellas… Que me pinchen que estoy soñando!!
Cerca del amanecer el viento roló y se nos puso de nariz. Podíamos hacer rumbo justito hasta que llegamos a Peniche, que el rumbo marcaba mas sur y ya no era posible, justito justito de nariz y ya había subido a fuerza 6… Entramos a Peniche con multa por exceso de velocidad, que bonito navegar por lugares tan desconocidos como bonitos con el barco navegando al máximo. Atracamos en la marina para poder darnos una duchita caliente, hacia frío, humedad y al todavía no estar curtidos se agradecen estos “pequeños” placeres. Hay un fondeadero buenísimo con ambiente pesquero al que fuimos al día siguiente.
Hay que tener mucho cuidado al navegar por Portugal con los palangres, poco antes de llegar a la isla Berlinga en Peniche me tuve que tirar al agua a quitar una bolla y su correspondiente cabo del timón… era el segundo que quitamos al Wind Chime en Portugal. Por momentos te ves navegando en slalom y cuando te descuidas… zas! Cabo al canto!
Después de todo el buen tiempo que tuvimos durante casi todo el viaje, saboree el viento, lluvia y fuerza en un lugar con acantilados, rocas y verde (mismas afueras de Peniche). No se que tiene el mal tiempo que te llena de melancolía, te recoge en ti mismo y llena de tranquilidad tu soledad. Mirada al horizonte negro de nubes, islas entre bruma, energía estática a tope y mar encrespado.
Allí nos encontramos al Noaua, nos echamos unas buenas risas y tomamos algo por el pueblo. Me daba la sensación de que éramos como un barrio en movimiento, en casi todos los puertos coincidíamos o con alguien o con todos los barcos conocidos desde Galicia hasta Lisboa..
Saliendo del puerto una chica nos preguntó si sabíamos algo del barco que zarpaba hacia la isa Berlinga, acabábamos de llegar por lo que no pudimos ayudarlas y después de unas risas nos marchamos deseándolas suerte. Al de más de una hora que veníamos de hacer unos recados las vimos en el mismo sitio todavía esperando el barco y las invitamos a tomar algo en el velerillo para que se las hiciera mas corta la espera. Querían acampar en la isla pero creo que les faltó algo de información sobre los horarios… Dos Austriacas, Christine y Franziska (Pancha para nosotros) y la otra chica, Silke Alemana. Tienen 23 años, mucha energía y ganas de pasarlo bien y reír por lo que no fue difícil el que nos entendiéramos muy bien en poco tiempo. Después de muchas risas cogieron el barco y fueron a Berlinga. Podría ser que a la vuelta nos podríamos ver ya que estarían solo dos días y el tiempo no estaba para navegar. Así fue, nos llamaron que estaban el Peniche, quedamos para tomar algo y finalmente al día siguiente zarpamos todos a Lisboa. También zarpó el Noaua. Al empezar la travesía se empezaron a marear las chicas y fue como llevar a tres cadáveres en el barco, nos reímos un montón Roberto y yo vacilándolas (no les hacia demasiada gracia..) hasta que llegó un punto en el que se recuperaron y empezaron a disfrutar ellas también. Se recuperaron tan bien que al anochecer junto con Roberto hicieron la cena dentro del barco y todo. Con el estomago lleno saco Roberto la guitarra y navegamos cantando hasta casi Lisboa.